lunes, 12 de marzo de 2012

TRATO

No es fácil transitar por este mundo, sin tener que arreglar las cargas y que bueno es que mas que doctrina y religión, aprendamos a vivir sinceramente y en amor.

Muchas veces queremos escoger los amigos o las personas con las que nos gustaría compartir y en mas de una oportunidad, Dios nos ha puesto seres humanos que lamentablemente, no están dentro de nuestro inventario de ser aceptados por nuestro carácter, temperamento o encumbramiento social. Lo malo está en que de pronto sea parte del plan del creador para probarnos como estamos del fruto del Espíritu Santo que es el “Amor sin fingimiento”, el verdadero amor que no saluda por hipocresía, que no abraza por necesidad o que no deja de sonreír porque le están observando.

¡No es fácil! Pero si muy necesario, ya que en la vida solo se recoge lo que se siembra
Dios quiere que aceptes a otros del mismo modo que Jesús te aceptó.
En fe, aceptamos la aceptación de Dios hacia nosotros a través de Cristo, cuando éramos inaceptables, entonces amamos a Dios  libremente ofreciendo el mismo regalo – Su aceptación a otros.
Amar a Dios y ser para otros, lo que Él es para nosotros.

Debemos querer ser para otros - la vida de Dios es una vida para otros. Él siempre es y hace lo que es mejor para otros. Él tiene un amor no selectivo por todos los demás. Amar a Dios es tener en fe una preparación no selectiva de ser para otros… para todos los demás… alguna persona específica que Dios  envíe a tu camino.

Debemos ver a otros como Dios los ve en el amor Verdadero, el amor de Dios, no es ciego, ve lo que aquellos que viven para sí mismos no ven. Reservamos nuestros juicios a fin que “Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman.” (1Corintios 2:9)  entonces podemos ayudar aquellos en necesidad. 

Carlos E. Diaz